Blogia
la-otra-mirada

Sobre la educación en valores desde la perspectiva libertaria

Sobre la educación en valores desde la perspectiva libertaria

 

Educación libertaria.

 

Hablar de educación libertaria, ahora en 1.999, pasa obligatoriamente, al menos para mí, por recordar hechos y experiencias vividas que te transportan al pasado porque son también parte de las realidades y de los pensamientos y sentimientos que conforman tu presente y como consecuencia de los deseos nuevos para un futuro que espero sea mejorable.

 

Si mis deseos se convirtieran en realidades, éstas estarían repletas de mujeres y hombres con pensamiento y sentimiento libertario, que caminaran construyendo lo que más se acercara a un horizonte donde la humanidad tuviera existencia real, porque la educación libertaria se forma con personas que sienten , piensan , viven y razonan deseando para sí y para los y las demás la libertad, la igualdad y la justicia social

 

Reflexionando, desde mi propia experiencia, sobre el significado que pueda tener la educación libertaria, me lleva a pensar, a analizar algo que es complicado de exponer, en cuanto a la relación que tiene con tu modo de vida y se siente cierto escalofrío . Ahora ,después de tanto tiempo empeñándome en ese quehacer, son muchas las dudas, los aciertos, los errores que llenan mi pensamiento. ¿Pensar en un futuro libertario es seguir creyendo en la utopía? A mi mente acuden algunas preguntas más que pasan hasta incluso por cuestionarme:

 

¿Qué es en realidad educación libertaria?

¿Es la educación al servicio del desarrollo de la libertad individual y colectiva? ¿Es una manera de proceder ante la vida donde las normas que te rigen se basan en el respeto, en el autoconocimiento, en la discusión para la evolución? ¿Es armonizar tu vida ¿ ¿Es buscar la armonia del ámbito educativo? ¿Es extender el concepto de libertad allá donde estés? ¿ o es simplemente prestarte o regalarte para intentar poner tu esfuerzo junto al de otros y otras con la finalidad de hacer más feliz la vida que transcurre en un edificio escolar, en la calle, en la ciudad?

 

Lo que sí sé es que defender la educación libertaria conlleva una lucha permanente contra lo que se te presenta como inamovible y tú te resistes a que lo sea. La lucha contra los inmovilismos, procedan éstos, de ti misma, de las ideologías que la proclaman y que al autoafirmarse y defenderla caen con frecuencia en actitudes dogmáticas que ya están contrariando su esencia. Es moverse en un terreno donde la duda es un componente importante, porque tratamos con personas y nunca llegamos ni a conocernos ni a conocerlas del todo, por tanto es evolutiva y dinámica, y requiere estudio e investigación psicopedágogica, antropológica, sociológica y económica de forma constante. Por otra parte, está basada en unos principios que son tan simples y tan complicados al mismo tiempo que, a menudo, sientes desazón ante la importancia y la responsabilidad que conlleva la toma de decisiones en este tipo de educación, sobre todo, porque no tiene marcos de referencias, ninguna persona es igual a otra y por tanto las situaciones no pueden ser nunca las mismas.

 

La educación libertaria puede ser una utopía, pero cuando ésta se convierte en realidad es una forma de educar ilimitada , porque los pequeños logros conseguidos se transforman rápidamente en una nueva búsqueda , en la ampliación de nuevos horizontes. Podría ser un concepto hasta físico, en cuanto que se altera el espacio, el tiempo, la velocidad de acción ,simplemente con un modo de proceder educativo que va a la esencia del ser humano, que busca en sus raíces la liberación y la puesta en marcha de los valores de humanidad con los que nacemos y que sin embargo la vida y la forma de educación que defiende la inmensa mayoría del planeta, nos envuelve y trata de desviar estos valores destacando los negativos para positivizarlos desde las distintas moralidades que conviven con nosotros/as. Podría ser, desde este punto de vista, una ayuda en la búsqueda de la belleza del ser humano, que necesita de otras medidas y de otras coordenadas para poder existir, podría ser la pedagogía al servicio de la humanidad.

 

La educación libertaria tiene existencia cuando en la pequeñez de lo cotidiano, en los grupos que se generan, existen personas que como motores se mueven buscando lo colectivo, el avance, el estudio y la investigación de lo más recóndito de nuestra esencia, para desentrañar lo irremediable y transgredirlo hasta hacerlo posible aunque sólo sea en la imaginación de estas personas y grupos.

 

La educación libertaria puede suponer un fin y un medio, un camino, que necesita de una estancia espacial y temporal apacible, tranquilizadora, una forma de autoeducarnos desde la pacificación y la armonía que te ayudan a superar, a confrontar y a resolver, a convivir con los errores y los aciertos, con la propia rebeldía y con la resignación aprendida de siglos y heredada, que te induce hacia una reflexión profunda sobre los sentimientos, sobre la razón, sobre la imaginación, sobre el poder, una vida en continuo movimiento que puede llegar a convivir con la quietud del pensamiento, la inmovilidad del acto de pensar para poderlo hacer sin miedo, detener y activar produciendo tu propio movimiento, tu propia velocidad, sin tener autoridad alguna que te marque nada, pero al mismo tiempo llevando contigo la experiencia y el discernimiento de quienes anteriormente han aportado sus vivencias y sus pensamientos en este campo

Puede ser la trascendencia de tu propia conciencia de existir y tu deseo de extender esa vivencia como contribución para que la vida sea más fácil, más feliz, menos frágil, más consistente, sin albergar la idea de que allá en las alturas de los dioses y de los humanos alguien puede ofrecerte más de lo que desde ti misma/o puedas llegar a comprender, a razonar y a decidir con mayor libertad para ti y para los demás, es devolver la credibilidad a la humanidad como forma de vida en el planeta.

 

Son muchos y muchas los pensadores y pensadoras que han definido, ya sea con su teoría o con su práctica, la educación libertaria, si yo me atrevo a hablar sobre ella, es, primero, porque la amabilidad y el respeto que hacia mi persona han tenido los compañeros brasileños, me han devuelto algo que desde mí misma se había quedado desde hacía tiempo como formando parte de mi vida, pero sólo de mi vida, apenas trascendía hacia el exterior, quizás porque dentro de este recorrido vital que hasta ahora llevo, he sentido también el fracaso sobre todo cuando uno de los proyectos libertarios que más he defendido se vino abajo. La impotencia que se siente cuando no se es capaz de evolucionar en los conflictos que se producen en todo grupo humano, la decepción sufrida ante las manipulaciones que ejercen quienes dicen llamarse libertarios/as, me sumió en el más absoluto de los silencios, preferí callar y guardar los secretos acumulados durante años con la sola intención de no entorpecer el trabajo de quienes en nombre de la educación libertaria querían seguir trabajando. El hecho de que ahora María Oly me pida que escriba sobre educación libertaria recupera parte de mi expresión en este tema.

 

He de aclarar que no me considero, por denominarlo de alguna manera “experta” en esta materia, ni me gusta denominarme nada, pero sí es verdad que siempre defendí, desde pequeña, cuando ni yo misma sabía que existía el término, el derecho que como persona tienes a ser tratada con respeto, en tus diferencias, en tu identidad, en tus metas, en tus sentimientos, en tus aciertos y en tus errores, el derecho que ,me parecía a mi , debíamos tener los seres humanos para podernos expresar y vivir con libertad, el derecho que tendríamos que tener para podernos desarrollar sin represión, sin prejuicios, con amplitud de pensamiento y de vida. Ni mi infancia ni mi juventud se desarrollaron en ese ambiente que pudiera haber hecho realidades mis deseos, era la españa franquista y todo estaba dirigido desde la represión hacia todo lo que pudiera albergar conatos de libertad, por tanto, desde pequeña estuve en contra de todas las imposiciones que me impedían ser libre, porque la libertad se siente, no hace falta que nadie te la explique, es un estado que ansías.

 

La libertad es ese “no “que sientes ante todo eso, sin saber muy bien porque te sale el “no”, pero que al decirlo eres mucho más feliz. Cuando sientes la rebeldía y la pones sobre la misma mesa que los demás ponen la sumisión, no te importa ni ganar ni perder, es más, sabes que vas a perder, pero solo sientes que nada ni nadie puede someter tu no, tu duda, tu deseo de investigar .

Desde pequeña mi deseo y mi frase que , por cierto, me ha acarreado muchos disgustos en esta vida, era “a mí no me manda nadie” , y recuerdo que siempre tras el pronunciamiento de semejante osadía me han llovido toda clase de castigos físicos y psíquicos, y no solo en la infancia y la juventud, que podía ser comprensible dadas las circunstancias tan adversas, sino ya de adulta y además en circunstancias y espacios que no quiero ni nombrar por la relación que tienen con el tema que nos ocupa, porque a pesar de los pesares yo sigo diciendo no a las manipulaciones, a las explotaciones, a las autoridades que se autoproclaman perfectas para llevar a los demás donde ellos y ellas han decidido que tenemos que ir, a un lugar donde no hace falta que pensemos mucho, porque que ellos y ellas lo hacen por nosotros y nosotras, a la sumisión de las ideas y al conformismo de vida.

En la educación libertaria es muy importante saber canalizar tu trabajo, porque se pueden dar situaciones donde el discurso se asemeje a la práctica libertaria, pero pueden estar ocultos otros intereses que nada tienen que ver con esta educación, sino con protagonismos individuales y no colectivos.

 

Es el engaño algo humano, desde luego, y por tanto se da en todos los ámbitos de actividad, en algunos, incluso lo defienden casi abiertamente, el capitalismo por ejemplo, pero precisamente por eso, porque es humano, como el poder, las personas que dicen estar en contra deberían estar permanentemente en duda, sobre la tendencia a engañar y a atesorar poder.

 

También es verdad, o al menos eso pienso yo, que uno de los errores que tenemos las personas que no nos sometemos a las estructuras establecidas es que somos excesivamente exigentes con nosotros/as mismos/as y por supuesto con quienes se autodefinen con vehemencia como portadores o depositarios/as de las ideologías y esto puede ser un error, aunque a veces esa exigencia se plantee con la buena intención de defender la rigurosidad y seriedad en los planteaminetos, nos puede conducir a un exceso de dogmatismo en nuestras decisiones y como consecuencia hace involucionar el proceso de desarrollo de la educación libertaria.

 

A lo largo de toda mi vida he participado en proyectos y experiencias autodenominadas anarquistas o libertarias y también en otros proyectos y en otras experiencias, que desde el punto de vista de un anarquista, las podría considerar menos puras en cuanto a la relación que con el poder establecido y con las instituciones tenían. Pues bien, ahora y en estos momentos en los que me encuentro al margen de todo por mi propia decisión, puedo decir que he conocido el poder desde dentro y desde fuera y aunque pese lo que voy a decir a quienes siguen considerándose “antipoder”, diré que éste se encuentra dentro de todas las estructuras, estén al margen o no, y desde luego es muchísimo más triste, al menos para mí, encontrarme con el poder de las élites en los pensamientos que se denominan libertarias, que en las que ya de antemano reconocen que deben existir las élites y el poder para utilizarlo.

El tan traído y llevado discurso sobre el poder, hace que desde siempre se analice como si correspondiera a los otros, y así es mucho más fácil luchar hacia fuera, contra lo de fuera, sin embargo , el poder y no lo digo yo sola, son muchos los teóricos que ya han hecho esta interpretación que yo voy a hacer, se encuentra dentro del ser humano, se encuentra en esa distribución que se hace de la información, de los conocimientos, de la economía, en esas clases que se proclaman más sabias que los demás, que piensan que por gracia de dios, de bakunin o de marx son portadores de mensajes de salvacion para el resto y se convierten, apenas sin darse cuenta, en protagonistas que exponen teorías, que en cuanto que tienen eco, se convierten en dogmas para los demás, dotándoles a estos líderes de cierta altura intelectual o cierto protagonismo político o cierto bienestar social y económico.

Todas estas reflexiones se basan en la observación y seguimiento de los proyectos en los que he participado y mi intención al hacerlas es solamente para inducir también a la reflexión de quienes quieren seguir investigando en este tipo de educación que cuestiona en su esencia el poder.

 

Es excesivamente triste haber sido parte de algunas crisis que en todo grupo humano se producen y que podrían servir para crecimiento y no para destrucción de los grupos y personas y ser testigo de la incapacidad de llegar a la discusión que debe producirse de forma interna, individual y colectiva para llegar al fondo de los problemas. Sentir como se aparca la teoría y se resuelven las crisis de forma contraria a la teoría que se defiende, ver como los medios no se corresponden con los fines.

Para mí el problema de las identidades de las ideologías está en la falta de autocrítica, en el miedo a reconocernos vulnerables, poderosos y poderosas, porque evidentemente lo somos, máxime si nos hemos dedicado durante mucho tiempo a estudiar y a investigar, somos poderosos/as en cuanto que tenemos más información y conocimientos que el resto, y si encima sabemos manejar este cúmulo informativo y hacer las distribuciones de acuerdo a nuestro propio beneficio o al del colectivo, que en determinados momentos es igual de negativo, resulta que de forma contraria a lo que decimos estamos actuando en pro del tan traído y llevado poder, aunque nos denominemos libertarios, anarquistas, etc. Hay que tener también en cuenta que esto supone en nuestro interior un cierto pánico que se produce cuando se descubre que lo que tanto se critica de las estructuras de fuera lo tenemos dentro, y no se asume tan fácilmente. Lo asumimos medianamente bien quienes al haber sido considerados/as como base sabemos que nuestra opnión no va a contar y nos quedamos con el sentimiento de la impotencia, pero las élites sufren un colapso tan enorme, que su pánico resulta excesivamente peligroso, porque se sienten atacados y atacadas y para defenderse de ese sentimiento se erigen en mártires de causas, de ahí a los fanatismos, desde mi punto de vista, claro está, solo hay un pasito y muy corto. Después y de forma casi inmediata vienen siempre las exclusiones, los bandos, los enfrentamientos, las descalificaciones, todo, además llevado de manera absolutamente contraria a la anarquía, es decir, se vuelve al concepto bueno-malo, mejor- peor, vencedores y perdedores, seguidores y adversarios, se vuelve a una moralidad aprendida y heredada de siglos que es nuestra tradición católica y apostólica.

He podido observar que cuando los pensamientos y los sentimientos entran en esta fase, el ser humano se olvida de todo y comienza una autodefensa de sus barreras interiores que impiden la comunicación, la irracionalidad vuela sola o en grupo, da lo mismo, y lo mejor que se puede hacer, al menos es lo que yo he hecho, es retirarte, pero no porque se esté de acuerdo con la famosa frase de que una retirada a tiempo es una victoria, no, porque al menos desde mí misma no creo en las victorias ni tan siquiera me gustan las retiradas, pero entre todas las posibilidades que se ofrecen en esas luchas, la retirada me parece la forma más pacífica y que está más de acuerdo con lo que decimos defender, la educación libertaria. La retirada no supone ninguna derrota, porque tampoco creo en las derrotas, supone soledad elegida, respeto hacia quienes incluso te están atacando, porque comprendes que desde tu posicionamiento que resulta casi ininteligible estás trastocando el tiempo y el espacio al no participar de sus fanáticos planteamientos. Lo más importante de estas crisis no resueltas es que la comunicación, la discusión y el amor desaparecen, y con estos vacíos provocados por los dogmatismos mueren las ideologías, muere la humanidad de inanición de valores, de sentimientos... Se mata la rebeldía, la libertad, la individualidad, la diferencia y como consecuencia la justicia social.

No quiero entrar en analizar la responsabilidad que conlleva todo esto, porque sólo podría hablar de la mía y como sólo me represento a mí misma lo único que puedo aportar es que creo que se debería tener un posicionamiento de reflexión y crítica al menos para quienes como espectadores, seguidores o adversarios están en su derecho de obtener una respuesta responsable ante el discurso libertario. Me parece muy serio denominarse algo, sea lo que sea, y seguir echando las culpas de nuestra inferioridad de criterios internos, que no son todo lo sólidos y fuertes que debían haber sido, pero que sí se dijo que lo eran, a los de fuera. En este punto, sigo diciendo un no rotundo a esa ética, que no me parece ni responsable ni mucho menos justa.

Seguramente algún lector o lectora se estará preguntando sobre mi osadía en el análisis que sobre lo libertario estoy haciendo, ya que es posible que a esta altura del artículo se estén preguntando en qué proyectos he participado para hablar de la forma que hablo. Bien, soy una mujer que con un título de maestra de escuela y con un bagaje personal de vida bastante intenso, sigo enfrentándome a todo lo que impide el desarrollo de mi libertad y de la de los y las demás, no tengo nada, en cuanto a lo que se podría considerar que aportara algo, bien sea en estructuras diferentes,en colectivos alternativos, nada de nada, sigo trabajando en la escuela de adultos y adultas de Mérida, alfabetizando a mujeres y apoyando a las personas que la sociedad las ha considerado residuos casi tóxicos para el resto social, trabajo con los y las fracasados/as, pero estoy en la escuela estatal, eso sí, puedo decir porque también es mi historia que durante quince años de mi vida he defendido y he estado en la tan querida y famosa escuela paideia, mi hija fue junto a otra niña y otro niño, los que constituyeron la primera generación de Paideia, por eso, creo que conozco también algo sobre la educación libertaria producida al margen de lo institucional.

No voy a hablar de la escuela, aunque sin duda, podría decir mucho sobre todo de los y las niños/as mayores, que ahora están algunos/as en la Universidad, otros/as en los institutos, otros y otras ya en el mundo laboral y con los que evidentemente sigo sintiéndome muy unida en cuanto al amor y al respeto a sus individualidades que siempre les tuve, no voy a hablar porque ya hablarán las élites que se quedaron o las élites que perdieron, yo en el párrafo anterior creo que he explicado un poco mi posicionamiento de retirada. Y es más, creo que si hay alguien que verdaderamente pudiera ofrecer un nuevo análisis sobre la educación libertaria que vivieron, desde mi punto de vista hasta 1.990, éstos son los niños y niñas que se educaron en la paideia que yo defendí. Y menciono el año 1.990 como final del verdadero proyecto, aunque imagino que muchas de las personas que aún siguen no estarán de acuerdo conmigo, evidentemente, pero a las pruebas me puedo remitir, en cuanto a la creatividad que se generó y a las nuevas e innovadoras propuestas asamblearias que los propios niños y niñas fueron generando desde la libertad que el grupo de adultos y adultas les ofrecíamos tanto en la escuela como en los espacios de nuestras propias viviendas para su desarrollo individual y grupal. Después sólo fue la dogmatización de esas estructuras y el acatamiento a las normas asamblearias que tanto éxito social nos proporcionó por lo novedosas que eran: las asambleas de exposiciones, de responsabilidad, de discusión, las actividades y un sin fin de etceteras que surgían diariamente, simplemente dejándolas y dejándoles actuar desde sí mismos y desde los diferentes y variados grupos que se constituían de forma espontánea, pues bien, serían los niños y las niñas que tuvieron la suerte de vivir esos momentos, los que podrían aportar sus vivencias en el campo de la educación libertaria, ahora son jóvenes, y evidentemente harán su contribución analítica cuando lo crean oportuno, porque si algo se logró transmitir fue el uso de su libertad tanto individual como colectiva, tendrán que pasar más años para poder analizar esta forma de ser que todos y todas, al menos los y las mayores poseen, a pesar también de que en el último libro publicado sobre la escuela de la anarquía la autora hiciera un análisis de estas generaciones excesivamente cruel, en cuanto que anticipó su crítica basándose en que no eran lo suficientemente militantes de la anarquía, solo tenían entonces catorce, quince años. No creo que una educación libertaria deba de contemplar en sus objetivos la formación de militantes de nada, precisamente la libertad dentro de la educación debe ser un cauce que ayuda a unir los medios y los fines, el medio debe ser libre y el fin también, por lo tanto para poder hacer un análisis sólo el tiempo marcado también por la libertad podrá encargarse de evidenciar las posiciones y pensamientos de estos niños y niñas que se educaron dentro del máximo de libertad que podíamos ofrecerles.

Dejando a un lado el pasado, intentaré exponer lo que desde mi práctica educativa en este campo vengo realizando en las aulas donde trabajo.

La educación libertaria está compuesta de matices sensitivos que conforman actitudes diferentes de respeto y de solidaridad ante las personas que deciden iniciar contigo su formación, sea en el campo de la alfabetización, de las aulas de lenguaje, de los grupos de trabajo de estudio con maestras, de la emigración, de la orientación tutorial, y son las actitudes las que evalúan al sentimiento y pensamiento libertario. Las teorías se quedan en las estanterías para consultarlas y estudiarlas, pero en el proceso vivencial del aula se generan nuevas formas de relación que parten de cada individualidad y que son motor de nuevas relaciones grupales. Evidentemente hay unas líneas base que hacen que el camino se señale de forma diferente a como lo señalan en la educación tradicional, estas bases parten del respeto, del desarrollo del sentimiento de solidaridad y cooperación , del desarrollo del autoaprendizaje, del desarrollo de la capacidad de crítica, de la autorreflexión, de la igualdad entre las personas que conforman los grupos, sean mujeres u hombres, pertenezcan a una raza u a otra, tengan una clase social más alta o más baja, tengan unas capacidades intelectuales inferiores o superiores, la igualdad es igualdad y debe estar basada en el conocimiento de las diferencias para poder superar en cada caso las desigualdades establecidas que son motivo de opresión para esas personas, grupos o colectivos. Fomentar el diálogo y la discusión de forma que sea la asamblea una foro de debate, no una plataforma de potenciar liderazgos.

Y esto se va consiguiendo poco a poco, sin prisas, creando un clima que aporte felicidad y tranquilidad, donde cada persona se sienta aceptada por la educadora y por el grupo de compañeras y compañeros, donde los límites curriculares los marque el propio proceso de autoaprendizaje y no las normas establecidas, donde lo más importante de la materia a enseñar sea el hacer desear la conexión con la cultura, el estudio y la investigación con la propia vida de la persona que acude al aula, esté en el nivel que esté, desde la alfabetización a la universidad si pudiera ser.

Pasa por la eliminación de los exámenes como forma de evaluación, aunque la experiencia ahora me dice que se debe enseñar la dinámica de los exámenes puesto que éstos son los que rigen el universo didáctico de la enseñanza en general y se trata también de que las personas que elijan una forma diferente de aprender no se discriminen después a la hora de acceder a otros niveles en los que se necesitan títulos y diplomas. Se trata también de ayudar a resolver con la inteligencia las diferentes situaciones que la propia sociedad marca como obstáculos, ofreciendo caminos alternativos que tienen que basarse en el conocimiento de los que la sociedad ofrece como únicos, pero que pueden ser objeto de modificaciones si se forman sujetos críticos, reflexivos y defensores de la libertad y de la justicia social, intelectual y económica.

La educación libertaria debe ofrecer en el campo de la estructura social un modelo diferente en cuanto a la difusión que se haga sobre el cooperativismo, como fórmula alternativa en la organización del trabajo y de la economía, pero también se debe dar la información suficiente sobre los modelos imperantes para que también desde la inteligencia resuelvan las distintas opciones que la sociedad les va a ofrecer y que son en la mayoría de los casos opuestas al sentimiento y pensamiento cooperativo.

La educación libertaria debe enseñar a explorar el poder que cada persona posee, pero desde la concepción contraria al uso y abuso de este poder, estudiando los límites desde los parámetros del respeto y la solidaridad,el poder si se conoce, sea este social, económico, intelectual o personal y se pone al servicio de la libertad individual y colectiva desde los valores de rescatar la humanidad para la vida del planeta, puede ser la suma de fuerzas, que es lo contrario de la búsqueda del poder como forma de manipulación de masas y como fomento de las élites que emergen diferentes sobre los demás y por tanto provocan el sentimiento y la aceptación social de que son merecedoras de privilegios excluyentes para el resto. La educación libertaria debe enseñar las estructuras cognitivas que marcan el pensamiento de las élites para combatirlas, si las personas lo creen así y si no para que tengan la información suficiente que les posibilite la elección de vida ignorante, una vez que ya conozcan, o de vida que reivindica y reclama.

La educación libertaria debe tener en cuenta que los contenidos de los currículos, se deben manejar por los y las educadores/as y no por las editoriales de los libros de textos, los contenidos deben ir más al fondo de los valores que se van a transmitir, los que nos humanizan y nos ayudan a desarrollarnos como personas, tengamos la edad que tengamos y estemos en el nivel que estemos, deben estar en contacto con la vida y el entorno social donde nos movemos, ayudándo a resolver los problemas que tenemos a través de la didáctica que se prepare o que esté escrita ya en los libros.

La forma también es modificable, en este sentido yo utilizo mucho los textos preparados que tratan de conectar la visión de los intelectuales con la visión de las clases de bajo nivel, traduciéndo los escritos de los primeros al lenguaje popular, para que las personas con menos nivel puedan acceder a los mismos contenidos , el objetivo es el de ir eliminando las barreras culturales entre las distintas clases académicas, para que la información fluya de forma horizontal y no esté estancada en las jerarquías establecidas, ya que la distribución de los conocimientos genera estructura de poder y ocurre que la clase social de la universidad escribe con lenguaje para la misma universidad y así en cada nivel, con esta forma los escritos rompen las barreras creadas y una mujer rural puede leer tranquilamente la traducción de la opinión de Chomsky, por poner un ejemplo, sobre las guerras, y es más, ese mismo texto puede ser base para su aprendizaje lecto-escritor, si hablamos de alfabetización. En este sentido me gusta denominar a la educación libertaria también como “mediadora” entre la distribución de la información y de los conocimientos.

Hay otro aspecto también a considerar dentro de la educación libertaria y es la relación que tiene con la formación integral de la persona, en este sentido, los textos, los debates, las discusiones deben tender a dar explicaciones coherentes y basadas en la ciencia sobre el mundo de los sentimientos, para que las personas aprendan a manejar de forma libre su vida, conociendo, aprendiendo y transgrediendo aquellas fórmulas que les hace involucionar en sus relaciones personales y sociales.

La educación libertaria es una oferta de libertad y conocimientos y una posibilidad de aprendizaje alternativo, puede conducir a cambios sociales, pero puede quedarse simplemente en la formación individual, puede conducir a la formación de nuevas estructuras sociales y económicas, pero puede ser que también pase desapercibida, lo que sí casi estoy segura de poder afirmar es que quién ha sentido y orientado su pensamiento hacia la libertad, es muy difícil de someter , o al menos eso espero.

 

Mérida, 29 de Septiembre de 1.999.

Encarnación Garrido Montero.

 

 

 

Este texto fue publicado en Brasil, en la editorial imaginario, una publicación colectiva sobre pedagogía libertaria. Si lo incluyo en este momento es porque puede servir de base para conocer mi posicionamiento pedagógico que en las páginas siguientes expongo sobre la experiencia desde el 2003 al 2006 en la escuela pública y en la etapa de primaria en Madrid.

 

 

 

1 comentario

jordi -

Hola Encarna... gracias por compartir este revelador texto :-)